No sé cuánto tiempo hemos permanecido en silencio, casi sin respirar, esperando que llegasen a nuestra altura. No teníamos ningún plan, nada pensado, así que nos hemos mirado con espanto cuando el grupo de la linterna ha parado en seco muy cerca de nuestra posición. De repente, hemos visto que la luz se dirigía hacia la pared donde nos escondíamos y avanzaba lentamente hacia nosotros. Hasta que, por fin, nos hemos visto deslumbrados. Rápidamente, el haz de luz ha vuelto al suelo y nuestros ojos se han podido acostumbrar de nuevo a la semioscuridad del túnel. Eran dos hombres y una mujer.
-Hola. –ha dicho el que llevaba la linterna.
Hemos salido despacio, entre avergonzados y precavidos.
-¿Vivís en el túnel?
Nos hemos mirado entre los tres, buscando una respuesta en el gesto de los demás, pero de forma infructuosa.
-Tranquilos –ha insistido, mientras nos indicaba con la mirada un fusil que llevaba la mujer. -No vamos a utilizarlo si no pensáis asaltarnos.
-No, no, disculpa. Nos habéis sorprendido volviendo a la estación. Viv… dormimos allí. –he intervenido por fin.
-De acuerdo, no hay problema. Soy Matías, él es Sele y ella Martina.
El hombre de la linterna, Matías, transmitía una seguridad inusual en estos tiempos, mientras Martina, una chica rubia de unos 20 años, permanecía seria y agresiva con su fusil en las manos. El otro hombre parecía esconderse de nuestras miradas y se acariciaba constantemente una tímida barba que apenas despuntaba. Llevaba colgado en bandolera un tubo de plástico, como el que solían utilizar arquitectos o ingenieros para transportar planos enrollados.
-Me llamo Diego. Pau y Julián… Los demás están en la estación.
-Perfecto. Si no os importa, vamos hacia allá, tenemos cosas que contaros. Creo que os interesarán.
De nuevo, nos hemos cruzado miradas inquisitivas entre los tres, pero los dos hombres y la chica ya habían comenzado a caminar hacia la estación.
-¡Somos informadores! –ha gritado Matías desde unos metros más adelante.
1 comentario:
¡¡Más!! ¡¡Quiero más!!
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