jueves, 1 de septiembre de 2011

Segundas partes

Hay días que a uno se le hacen especialmente largos. "Por nada en concreto, sino por todo en general", como dice muchas veces un buen amigo. En el autobús de vuelta a casa había mucha gente. Septiembre, dicen. Hacía calor y el tráfico era denso. Entre resoplidos, oí una risa breve un par de asientos más atrás (eso sí, yo estaba en el pasillo). Una chica, de unos veinte años (lo reconozco, no soy muy bueno para adivinar edades), sonreía a las páginas de su libro. No pude evitarlo e incliné levemente la cabeza hasta ver la portada. Sentí curiosidad por aquel libro que ponía de buen humor a aquella chica.

Un segundo, dos, tres. "Pues sí, sí", me dije a mí mismo. Aquella chica estaba leyendo El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Por un momento, antes de volver a los frenazos, al calor y a los gritos de los demás conductores, fui feliz en aquel autobús. De verdad que lo fui.


5 comentarios:

extenuada dijo...

Puede que haya una luz al final del camino, quien sabe... pero una experiencia así, resulta reconfortante.

jddm dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
jddm dijo...

¿Sabes? Una gran amiga mía -grande por buena y por sabia- tiene en su mesilla, a modo de píldoritas para dormir,los dos tomos de "El Hidalgo". Dice que le ayuda a combatir, en esos días "especialmente largos por nada en especial y por todo a la vez", las úlceras sociales que se le forman... Quizá el Bálsamo de Fierabrás tenga más efecto del que creíamos...
Tu entrada me recordó a ella. A mi también me ha hecho feliz tal acontecimiento.

Un abrazo,

Peter P.

Anónimo dijo...

Me sucedió algo parecido hace un tiempo. Iba en un autobús interurbano que cojo a menudo, y en el que normalmente se escuchan conversaciones que, por lo general, acaban obligándome a ponerme los auriculares con música para el alma a toda pastilla. Pero aquella tarde de verano algo parecía diferente. Éramos apenas una decena de viajeros y yo leía una antología de poesía del veintisiete, cuando levanté la cabeza y vi, en un asiento más adelante, a una joven que a su vez iba leyendo otro libro de poesía del que no pude ver la portada. Pensé: "¡Dos personas leyendo poesía en este autobús!. ¡Increíble!", y sonreí de placer.

Ivan (lofoten) dijo...

Hola a todos! He descubierto tu blog hace bien poquito -como tu sabes- y la verdad es que suelo mirarlo bastante a menudo.
Leyendo estas palabras acerca de la chica del bus, me he acordado de mi primer día en la universidad en clase de Teoría de la Literatura con el señor Jordi Llovet. El hombre nos dijo que levantásemos las manos los que no habían leído el Quijote. Timidamente, se alzaron un montón de brazos. El hombre se levantó impetuosamente con los brazos en alto y nos felicitó porque podíamos leer y disfrutar de las aventuras y desventuras de don Quijote por primera vez. Siempre hay una primera vez para todo -añadió, y se puso a reír a carcajada limpia.
No se porque pero no se me olvidará ese día en la vida.
Bueno, un saludo y ánimos con el blog!
Por cierto, que cena en A!