martes, 27 de diciembre de 2011

Historias interminables

Tengo un sobrino de 12 años. El otro día fue su cumpleaños y mi regalo fue una tarde de librerías. Lo que seguramente hubiese horrorizado a otros chicos de su edad, a él pareció encantarle. Le gustan los libros, las librerías y las bibliotecas, así que pensé que no sería mala cosa pasar la tarde con él comprando libros, sobre todo después de haberle dicho que le regalaría los cinco libros que él quisiera. Él siempre me pide consejo y yo, claro, intento tener gustos compartidos con él, aunque es verdad que le di toda la libertad del mundo.

Después de tres horas de paseo por distintas librerías, el resultado fue el siguiente:

El señor de las moscas, Un mundo feliz, Fahrenheit 451, El Señor de los Anillos y una selección de obras de Verne en una edición bastante bonita.

Reconozco que casi le obligué a elegir el primero, pero fue bastante fácil convencerlo. En cuanto al resto, cada uno surgió de una manera distinta, pero volví a casa plenamente satisfecho con los libros que ya tiene en la estantería (no todos, claro, porque ya se ha puesto a leer alguno de ellos).

Eso sí; lo que más feliz me hizo fue lo que me dijo mientras nos tomábamos un chocolate caliente entre librería y librería: “Desde que me regalaste La historia interminable y la leí supe que eso sólo iba a ser el comienzo”. Si no fue con las mismas palabras, eso es lo que le dije, hace muchos años, a la persona que me lo regaló a mí, uno de mis primos mayores. Quizá sean las fechas, pero me emociona recordar cómo fui descubriendo todas las obras que me han marcado durante todos estos años. Muchas de ellas fueron un regalo. Muchas de ellas las he regalado yo después.

6 comentarios:

la aguja piruja dijo...

Cómo me ha gustado leer esta entrada. Y es que, durante años, he sufrido el dolor secreto de ser madre de un no-lector. Hasta que apareció en el horizonte el bendito Harry Potter (que nunca había gozado especialmente de mis simpatías, todo hay que decirlo). Mi hijo de nueve años, a quien había que obligar a abrir un libro, me dijo un día que quería leerse sus mágicas aventuras, y desde entonces hemos incorporado un lector más a la familia. Ahora tengo que levantarme de madrugada a apagarle la luz y obligarlo a dormir. El trabajo hecho con tu sobrino es el mejor regalo que podrás hacerle nunca. Os deseo a los dos que las historias interminables nunca terminen.

Didac Valmon dijo...

qué buena entradsa. Yo empecé casi con la historia interminable, es un lbro que te prepara para la lectura. Me encanta que hayas logrado meterle el gusanillo en el cuerpo a tu sobrino, siempre es algo complicado. Yo estoy consiguiéndolo de a poco con el mío.

Naota Nandaba Kasugano dijo...

Recuerdo cuando no sabía leer, lo frustrante que era no saber nada, y de como, al ir aprendiendo a leer, leía todo lo que aparecía a mi alrededor, carteles, cómics, todos los libros que había en mi casa, empecé a leer tanto y tan pronto, que no siento apego por ese primer libro o esa primera lectura.
Sigo adorando leer y que siga habiendo gente a la que le encante, aunque al leer esta entrada siento algo de envidia por no tener el apego que veo por aquí por ese primer libro.

Los filólogos somos necesarios dijo...

¡Muchas gracias por vuestros comentarios! Un placer leerlos y compartir vuestras ideas.

Un saludo.

Hisae dijo...

Bonita experiencia... y buen gusto en regalar lo que has disfrutando leyendo...

Ricardo Signes dijo...

Está bien la elección. Creo que todos esos títulos forman parte de la memoria de los que pasamos ya de los cuarenta, aunque "El señor de las moscas" es un libro que leímos después de aquellas lecturas adolescentes y gozosas de Verne, Salgari, Stevenson o London. En realidad es una obra demoledora y pesimista, a la que uno no puede sacarle todo el partido si antes no ha pasado por la isla de Robinson Crusoe, así que yo, de ti, guardaría esa novela en un estante de los de arriba. Lo malo -lo bueno diría otro- es que cuando intentamos disuadir a alguien de una lectura a menudo conseguimos el efecto contrario.
Un saludo.