martes, 13 de diciembre de 2011

Libros y maletas

Un buen amigo se marcha a trabajar a Chile. Se licenció en Filología hace ya años y ha estado trabajando como profesor de secundaria, haciendo sustituciones desde aquel entonces. Me explica que cada vez ve más difícil poder acceder a una plaza a través de las oposiciones y que está cansado de ir de aquí para allá, con alumnos distintos cada semana. Eso, me dice, las semanas que tiene trabajo. Se marcha a un colegio privado de Santiago, donde, por lo visto, le han puesto las cosas muy fáciles. Está muy ilusionado con la experiencia profesional, pero también personal.

Ayer hablé con él. Ha estado una semana en Santiago conociendo el centro y hablando con el director; se marcha definitivamente en enero. Tuve la oportunidad de escuchar atentamente sus explicaciones en primera persona y me alegro mucho por él. Sin embargo, no era mi intención hablar sobre la enseñanza, sino sobre el libro electrónico. Me doy cuenta ahora de que a menudo escribo preámbulos demasiado extensos para después acabar con otro tema, así que espero no aburrir demasiado.

La cuestión es que Miguel (llamémosle así) ha sido siempre un ferviente defensor del libro en papel y nunca ha querido probar un lector de libro electrónico. Sin embargo, se ha dado de bruces con algo que ni siquiera había pensado: no puede llevarse a Chile todos sus libros y allí el precio es sensiblemente más caro que en España (sobre todo por los impuestos). Ayer, cuando hablamos, me pidió consejo para comprarse un lector, pero no se lo pude ofrecer, ya que yo no tengo y no quería explicarle la experiencia de mis amigos que sí tienen. Hoy, hace cinco minutos, he recibido un correo electrónico suyo en el que me informa de que ya se ha comprado el lector, que además le viene cargado con cientos de lecturas clásicas. Está encantado.

A menudo, las circunstancias hacen que nos replanteemos nuestras convicciones, decisiones y opiniones. Soy consciente de que esta pequeña historia es una gota en el océano, pero no quería dejar de compartirla con vosotros.

1 comentario:

Araneth Finfalas Eredesgar dijo...

Puedo decir que a mí me pasaba algo parecido. Siempre he sido firme defensor del Libro de Papel (y aún lo sigo siendo), pero mi discurso se ha ablandado tras descubrir un e-reader con una estética que me encandiló al momento... el Kobo. El problema es que aún no se vende en España, así que sólo puedo esperar. Además, es cierto que una de las buenas posibilidades del libro electrónico es obtener los clásicos gratis.