Trabajar de corrector de estilo es, muchas veces, una tarea ingrata. En los textos científicos, un poco más. Un compañero de facultad me explica a veces las discusiones que ha tenido con autores de revistas médicas. “Pues en mi hospital lo decimos así” suele ser uno de los principales argumentos de aquellos autores que se quejan de las correcciones realizadas en su texto “sin su permiso”. Todo es discutible, claro. ¿Dónde está el límite? ¿Quién debería marcarlo?
Otro autor se quejaba de que le habían variado los signos de puntuación y ahora en el texto no se entendía lo que él pretendía decir. Al leer el original, comprobé que en un párrafo de quince líneas, por ejemplo, no había ni una sola coma, ni un solo punto; nada. Efectivamente, el sentido había cambiado. Ahora se podía leer.
Una tarde, mi amigo recibió una llamada en el trabajo. Un autor le agradecía su corrección (según él, la primera y única vez que ha pasado algo así). En la indicación de un medicamento, la coma estaba mal situada y la dosis que iba a aparecer publicada era letal. La experiencia del corrector le había hecho dudar y consultó con el autor, que corrigió la dosis.
Sí, ya sé que el título es un tanto hiperbólico, pero el trabajo de corrector es importante. Y, a veces, imprescindible.
5 comentarios:
Sí, los correctores salvamos vidas: "Vamos a comer abuelo" (frase que dijo un colega a propósito de la coma del vocativo).
Pues no siempre... pero a veces lo que se salva es el prestigio, que es tan importante como la vida.
En mi trabajo llevo las consultas y gestiones que se hacen por email y juro que me mandan párrafos enteros sin una sola coma, con haches donde no deben, cambiando uves por bes, confundiendo eles por erres (una vez vi un cartel que decía "se alquila praza de parquin")... y se supone que algunas son reclamaciones serias, digo yo que tanto no cuesta escribir el texto en el word con el corrector y luego copiar y pegar, y más ahora con lo que nos gusta eso de copiar y pegar jeje
un saludo de una filóloga
La importacia de las comas:
* Perdón imposible, cumpla su condena
* Perdón, imposible cumpla su condena
Trabajé de correctora para una revista de abogados. Era absolutamente imposible hacerles entender que la palabra "abogado" no tenía que aparecer siempre, en cualquier contexto, en mayúsculas. Para colmo, tenían una capacidad inigualable para crear neologismos innecesarios y hacer crípticos textos que hubieran podido decirse de una manera mucho más correcta... y sencilla.
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