martes, 14 de septiembre de 2010
Pequeños homenajes a los compañeros de viaje
Lo siento, me ha salido un pareado sin quererlo, pero ya no me atrevo a cambiar el título. Ya que se me ofrece, aprovecho esta tribuna para homenajear a uno de mis más fieles compañeros de batalla durante la carrera y más allá. Cuando era pequeño y leía al gran Ibáñez (todavía hoy lo hago, a ratos muertos), buscaba el María Moliner en los estantes de mi tía para conocer el significado de alguna palabra que no entendía. No sabría muy bien decir el porqué, pero no me gustaba consultar ningún otro diccionario de los que tenía. Cosas de la edad, supongo. Años más tarde, cuando se cumplía el primer cuatrimestre de mi yo universitario, los Reyes se presentaron en casa con uno nuevo de trinca. Los Reyes Magos, quiero decir. Y ahora, alguna mudanza después, ahí siguen los dos tomos, aguardando a que los coja en cualquier momento, casi a traición. Mientras, el DRAE, ya no me pregunta aquello de "¿a quién quieres más, a papá o a mamá?".
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