El año pasado hice un viaje en coche. Aunque odio callejear buscando aparcamiento, me gusta conducir cuando mi destino está lejos. Era una ruta que llevaba años planeando y que al final pude recorrer en la mejor compañía. Atravesé media Europa, pasando por once países distintos, hasta llegar a la frontera entre Estonia y Rusia (en Narva dimos media vuelta). Fue un buen verano en muchos sentidos, pero quiero ceñirme, si me lo permitís, al aspecto lingüístico del viaje.
Tengo amigos que lo pasan mal cuando viajan y que, muchas veces, dejan de visitar ciertos lugares porque no hablan la lengua local. A mí, en cambio, me ocurre lo contrario; me encanta escuchar lenguas de las que desconozco prácticamente todo y me gusta intentar comunicarme de manera básica usando algunas palabras (“gracias”, “por favor”, “¿cuánto es?”, “hola”, “he llegado hasta aquí en ese coche, sí” y cosas por el estilo). También es cierto que, sabiendo inglés, es mucho más fácil comunicarse por Europa (me sorprendió el nivel tan alto que había en algunos países, aunque supongo que no debería sorprenderme a estas alturas por este tipo de cosas), pero creo que es importante acercarte a la gente intentado (reitero lo de intentar) hablar en su idioma.
A mí, personalmente, me gusta esta Europa en la que uno no tiene que pararse en ninguna frontera y podría hacer del tirón todo el trayecto que hice si el cuerpo, el coche y la gasolina aguantasen. Y me gustan de igual manera esas zonas donde las lenguas están en contacto. Y las zonas donde no. Español, catalán, francés, alemán, italiano, checo, polaco, lituano, letón, estonio y ruso (y supongo que alguna otra). Todas esas lenguas escuché en tres semanas. Y fue una experiencia enriquecedora, aunque la evidente falta de uso haga que las mínimas nociones que llegué a tener de, por ejemplo, estonio, se hayan diluido ya en la memoria… ¿La Torre de Babel fue en realidad un castigo o todo lo contrario? “Castigo, castigo”, me dicen algunos amigos, incluso compañeros de facultad. Yo, la verdad, no lo tengo tan claro.
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2 comentarios:
El mundo sin diversidad lingüística sería muy triste. De verdad me gustaría poder hacer un paseo así :)
Hay personas que (de verdad) creen que este mundo sería mejor si sólo hubiera una lengua...
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