martes, 6 de septiembre de 2011

Libros y aviones

Mi hermano me prestó un libro la última vez que fui de viaje. Unas 900 páginas, redondeando. Cuando me disponía a volver a casa, ya con la maleta facturada, iba leyendo las últimas líneas de la novela en cuestión. Al llegar a la cola de embarque quedaba ya poca gente, así que me tocó pasar, pero el señor que estaba allí me detuvo y me hizo introducir la maleta de mano en uno de esos artilugios metálicos para comprobar que tenía las medidas adecuadas. Sin problema. Iba a intentar pasar de nuevo cuando me señaló una báscula que había justo al lado. Coloqué mi maleta con cuidado y pesaba 10 kilos y 200 gramos. "Lo siento; el peso máximo permitido es de 10 kilos", me dijo de nuevo el señor, mientras atendía ya al siguiente pasajero.

Cogí mi maleta y saqué una chaqueta, que me puse por encima. Tercer intento con todos los pasos; billete, artilugio de medidas y báscula. Todo correcto. Intenté entrar de nuevo, pero otra vez su voz me impidió el paso: "No puede llevar el libro en la mano; debe ir dentro de la maleta". Reconozco que no me había pasado nunca, así que salí de la cola y pensé cómo podría pasar, ya que el libro no cabía en la maleta y, si hubiese cabido, el peso habría superado de nuevo el máximo permitido. Mientras pensaba, no dejaban de llegar a mi cabeza las voces de mis amigos y sus consejos sobre el libro electrónico, pero necesitaba una solución rápida, así que opté por tirar el libro a la papelera y seguir con mi viaje.

No ha colado, ¿verdad? Un último intento y entonces conseguí pasar; billetes, artilugio de medidas, peso de la maleta y ningún otro bulto en las manos. Cuando el buen señor se dio cuenta, ya era demasiado tarde para impedir que pasara con un rectángulo de kilo y medio marcado en la espalda entre el jersey y la chaqueta.

Por cierto, facturar esa maleta de mano costaba algo más de lo que me había costado el billete. Libro y yo, de vuelta en casa.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedo asegurar que a mí me han pasado cosas muy parecidas y se de qué compañía estamos hablando....

Anónimo dijo...

jejeje, creo que este tipo de cosas las llaman "el progreso".
Cuando viajo en avión siempre voy con mil ojos.... por que alguna que otra ya me ha pasado....
Un saludo

Anónimo dijo...

Como Michael O'Leary lea esta entrada del blog va a hacer que cacheen a todos los pasajeros antes de embarcar.

Anónimo dijo...

Curioso que, todavía toque "embarcarse" para entrar a los aviones, ¿no? Yo creo que hace falta bastante tiempo para que la palabra se cambie por "enavionarse", "enplanarse" o algo.

La Ibu dijo...

Y, por curiosidad... ¿Qué libro era?
:)

Anónimo dijo...

... el personal de seguridad no tiene nada que ver con la compañía aérea. En alemán se diría del empleado de seguridad que utiliza "die Macht des kleinen Mannes", o sea, utiliza el poder del hombre pequeño. Y es que es un "mandao", y él, para su pesar, sólo puede mandar sobre los pasajeros, y es lo que hace. Y mejor que el pasajero no le lleve la contraria, porque tiene las de perder!