lunes, 28 de febrero de 2011

Fue en el bar de la facultad

Son las ocho de la mañana de un día de invierno de hace muchos algunos años. Entro en la facultad y me dirijo hacia el aula donde se imparte la primera clase del día. Lingüística General. Creo. Por el pasillo, medio dormido, reconozco unas voces familiares justo detrás de mí. Son ellos, los de siempre, los compañeros de tantas y tantas horas de clase en la facultad. Me invitan a un café, me dicen. Voy a clase, les respondo. Uno rápido, contraatacan. Alguien hace un juego de palabras referente a la última respuesta, suenan unas risas y ya estamos de camino hacia el bar. No tomo café, pero eso es lo de menos.

Uno de mis compañeros pone su mochila sobre la mesa y, mirando hacia los lados, como si nos fuese a enseñar algo prohibido, nos susurra que tiene que hacernos una recomendación importante. Le hacemos más o menos caso mientras va abriendo una de las cremalleras. Saca un libro y lo pone sobre la mesa. Soy el primero en cogerlo; me suena del instituto, pero no lo he leído. Ni lo leeré durante la carrera, si no es por mi cuenta. Alguno está retirado ya de la conversación; suficiente tienen con leer las lecturas obligatorias como para echarse a la espalada alguna más. Eso dicen.

Todavía tengo el libro en las manos cuando su legítimo dueño (asegura que lo ha comprado) pide que se lo devuelva. Le doy la vuelta y leo la contracubierta. Interesante. Se lo devuelvo y lo guarda de nuevo. La conversación vuelve al tono habitual de ese bar. De esa mañana concreta de invierno. De ese día en el que me veo obligado, horas después, a pedir apuntes de Lingüística General. Creo.

Semanas después ya me he leído el libro. Lo cogí prestado de la biblioteca, pero ya tengo una copia en casa. La he comprado; quiero tener ese libro a mano. Qué buena recomendación, pienso, qué buena. ¿Cuántas más hubo en el bar de mi facultad? No sabría decirlo, pero aquellas horas entre humo de cigarrillos (cómo ha cambiado el cuento) quizá no fueron tan improductivas como nosotros mismos nos queríamos hacer creer.

sábado, 26 de febrero de 2011

Post scriptum

Todavía recuerdo cuando la única manera de comunicarme con ciertas personas era a través del correo postal, escribiendo cartas. Y, si echo la vista atrás, no hace tanto de eso... Recuerdo esa ilusión de abrir el buzón y encontrarte un sobre dirigido a ti, con un sello a veces extranjero. Y los papeles manuscritos. Y algunos pequeños regalos que venían dentro del sobre...

No escribo cartas (ni las recibo) desde hace mucho tiempo, aunque todavía envío, cuando me acuerdo, alguna postal o felicitación navideña. Reconozco que, a veces, da una pereza horrible ponerse a escribir una postal en mitad de un viaje, comprar un sello y buscar un buzón. Pero todo eso se compensa, al menos en mi caso, al imaginar una sonrisa al otro lado del servicio postal. Vale la pena.

En el foro, de forma espontánea, como suele pasar en estos casos, se abrió la posibilidad de cartearse. A la antigua usanza. Si os apetece, podéis leerlo (y apuntaros) aquí: CARTÉATE CON OTROS MIEMBROS DEL FORO. A mí, por lo menos, me parece una iniciativa interesante, así que estáis todos invitados a participar.

Y como el post scriptum no tiene demasiado sentido en una comunicación electrónica, porque uno puede volver y modificar lo que quiera antes de enviar el mensaje, no lo usaremos en esta entrada. Pero, que conste, a mí era una parte que me encantaba de las cartas.

jueves, 24 de febrero de 2011

А как Вы думаете?

El año pasado hice un viaje en coche. Aunque odio callejear buscando aparcamiento, me gusta conducir cuando mi destino está lejos. Era una ruta que llevaba años planeando y que al final pude recorrer en la mejor compañía. Atravesé media Europa, pasando por once países distintos, hasta llegar a la frontera entre Estonia y Rusia (en Narva dimos media vuelta). Fue un buen verano en muchos sentidos, pero quiero ceñirme, si me lo permitís, al aspecto lingüístico del viaje.

Tengo amigos que lo pasan mal cuando viajan y que, muchas veces, dejan de visitar ciertos lugares porque no hablan la lengua local. A mí, en cambio, me ocurre lo contrario; me encanta escuchar lenguas de las que desconozco prácticamente todo y me gusta intentar comunicarme de manera básica usando algunas palabras (“gracias”, “por favor”, “¿cuánto es?”, “hola”, “he llegado hasta aquí en ese coche, sí” y cosas por el estilo). También es cierto que, sabiendo inglés, es mucho más fácil comunicarse por Europa (me sorprendió el nivel tan alto que había en algunos países, aunque supongo que no debería sorprenderme a estas alturas por este tipo de cosas), pero creo que es importante acercarte a la gente intentado (reitero lo de intentar) hablar en su idioma.

A mí, personalmente, me gusta esta Europa en la que uno no tiene que pararse en ninguna frontera y podría hacer del tirón todo el trayecto que hice si el cuerpo, el coche y la gasolina aguantasen. Y me gustan de igual manera esas zonas donde las lenguas están en contacto. Y las zonas donde no. Español, catalán, francés, alemán, italiano, checo, polaco, lituano, letón, estonio y ruso (y supongo que alguna otra). Todas esas lenguas escuché en tres semanas. Y fue una experiencia enriquecedora, aunque la evidente falta de uso haga que las mínimas nociones que llegué a tener de, por ejemplo, estonio, se hayan diluido ya en la memoria… ¿La Torre de Babel fue en realidad un castigo o todo lo contrario? “Castigo, castigo”, me dicen algunos amigos, incluso compañeros de facultad. Yo, la verdad, no lo tengo tan claro.

А как Вы думаете?

miércoles, 23 de febrero de 2011

Una gota no hace un lago, pero...

Como a veces sucede, esta mañana una anécdota me ha traído a la cabeza otra que, en realidad, no tenía nada que ver. En ocasiones ves por la calle una señora con el bolso y los zapatos a juego y te preguntas si has apagado la luz de la sala antes de salir de casa. Y no sabes por qué. O vas camino del trabajo y te acuerdas de las vacaciones del año pasado. Pero esto sí sé por qué pasa… Creo…

La cuestión es que me he acordado de una tarde de otoño que volvía en tren a casa (cuántas cosas pasan en los trenes, ¿verdad?). En una parada, a mitad de camino, subió un grupo de chicas que salían del instituto (aunque no quieras, en los trenes te enteras de conversaciones ajenas, sobre todo cuando el tono de voz retumba por todo el vagón). Estaban hablando sobre qué camino elegir de cara a la universidad. Dos de ellas no lo tenían claro; que si económicas, que si alguna ingeniería, quizá medicina, ¿y veterinaria?, a lo mejor telecomunicaciones… Al preguntarle a la tercera chica, ésta respondió, con total convicción: “filología. Aunque todavía no sé cuál; tengo que pensarlo”.

Se hizo el silencio. El de sus dos compañeras y el mío (bueno, yo estaba ya en silencio, releyendo la misma línea de la novela de turno una y otra vez, pero ya me entendéis). De repente, empezó una batería de preguntas de las dos chicas hacia la futura estudiante de filología: ¿estás segura?, ¿pero cómo te ha dado por ahí?, ¿ya lo saben tus padres?, ¿pero tú no querías hacer periodismo?, ¿es porque te gusta escribir?, ¿no has pensado en hacer otra cosa?, ¿has hablado con el tutor?, ¿tanto te gusta leer?, ¿qué salidas tiene eso?

La chica permanece en silencio. Saco una primera lectura positiva de la situación; las tres chicas, que van al instituto, saben qué es la filología. O, al menos, eso parece.

Una última pregunta se acaba deslizando: ¿pero qué vas a hacer cuando acabes?

La chica sonríe y contesta: “pues no sé qué haré, pero mi intención es hacer lo que me proponga, independientemente de lo que estudie”.

Todavía conservo la libreta donde apunté: “No todo está perdido; una gota no hace un lago, pero puede quitarte la sed de manera extraordinaria”.

lunes, 21 de febrero de 2011

El filoqué

Amigos, hoy quiero haceros partícipes de un correo que nos ha llegado a la dirección de correo del foro (administracion@losfilologos.com). El remitente ha pedido permanecer en el anonimato, pero me ha parecido un texto que debíamos compartir con todos vosotros:

"Hoy queremos presentaros una especie que muchos creían prácticamente extinta y que actualmente puede verse en sus hábitats habituales. Gozando de buena salud, además. Se trata del filoqué (Quidestphilologus), una especie versátil, adaptada a los tiempos y que no se esconde en ninguna situación, por muy peligrosa o peliaguda que ésta parezca. Aunque se sospechaba que eran muchos los depredadores que estaban acabando con la especie, se ha demostrado en diversos estudios científicos que no hay depredador capaz de hacer frente a una manada bien organizada de filoqués.

Se alimentan de grandes dosis de letras y, cuando no pueden ingerir sus dosis habituales, se les ve languidecer por la llanura. Eso sí, tardan poco en recuperarse; un anuncio de pintores pegado en un semáforo, un diario gratuito, la novela que está leyendo alguien cerca… Algunos de ellos son insaciables e incluso desatienden otras obligaciones por poder ingerir todavía más cantidad de letras, pero siempre cuentan con el beneplácito y comprensión del resto de integrantes del grupo.

El filoqué, a veces incomprendido por el resto de la fauna habitual de su propio hábitat y, sobre todo, de otros ajenos, está sabiendo hacerse con su espacio natural y poco a poco está haciendo respetar sus derechos y necesidades. La especie, bien organizada y con la fuerza del grupo, no corre ningún peligro de extinción. De hecho, cada vez se puede ver más ejemplares en libertad y se espera que, en los próximos años, esta especie sea clave en el perfecto equilibrio de un ecosistema, a veces, demasiado frágil."

domingo, 20 de febrero de 2011

Teatro para pocos

Ayer por la tarde fui al teatro. Un texto de uno de mis autores favoritos, una sala pequeña, buenas críticas, precio asequible... Pintaba bien, la verdad.

Una vez dentro observé que habría unas treinta butacas. Perdón, sillas. Y bastante incómodas. Cuando se apagaron las luces no había ni media entrada. Y nadie más entró. Una hora y media de teatro con los actores a medio metro de distancia. Pintaba bien, la verdad. Pero algo menos que unos minutos antes.

Poco a poco, la interpretación libre del texto original, un montaje extravagante y unos diálogos inconexos empiezan a crear algo de desazón entre el público. En la oscuridad puedo ver cómo se miran algunos espectadores, extrañados. Con lo bien que pintaba...

Al acabar la representación, y después del aplauso que sin duda merecieron los actores (me quito el sombrero), las caras de la veintena de personas que habían asistido a la sala lo decían todo. Yo, todavía sentado en mi silla, intentaba juntar algunos fragmentos, obviar otros, darle algún sentido a los de más allá... No había entendido la representación. Ni yo ni las diecinueve personas que allí estaban. Incluidos varios filólogos. Con lo bien que pintaba...

Luego, ya en la cena, seguía preguntándome cuál había sido el problema. Supongo que mío, si a tanta gente le había gustado previamente la obra. Será que soy muy clásico para el teatro, como dicen algunos compañeros de facultad...

Será, pero ¿habéis tenido alguna vez la misma sensación que yo tuve ayer?

viernes, 18 de febrero de 2011

Las lágrimas de la señora del tren

Esta tarde, aunque podría ser otra cualquiera, estaba sentado junto a mi hermano en un vagón de tren de camino a casa. Es curioso, pero juraría que es la primera vez en mi vida que escribo la palabra "vagón". ¿Será posible? Bueno, no quiero liarme, que ése no es el tema. En uno de los asientos contiguos iba una señora leyendo un libro. Al sentarme intenté, como siempre hago (disimuladamente), ver de qué libro se trataba, pero lo llevaba forrado para que no se estropease (esto último lo supuse, claro).

A los pocos minutos, la señora comenzó a llorar. Primero despacio; me quedé parado viendo cómo derramaba su primera lágrima, que no se molestó en recoger. Luego, la segunda... Al poco, buscó un pañuelo en su bolsillo. Cuando empezó a sollozar pensé que la causa de su llanto estaba por fuerza más allá del libro, pero de repente lo cerró ruidosamente y suspiró. Se dio cuenta de que la estaba mirando y me dijo, casi a quemarropa:

-Disculpa, pero este libro es maravilloso.

No fui capaz de responder nada mientas la señora ya se bajaba en la siguiente estación. Cuando el tren se alejaba, todavía resonaban en mi cabeza sus sollozos. Y resonará durante mucho tiempo la duda de no saber qué libro leía.

Las bienvenidas de Miguel

Hacía días que venía pensándolo, pero creo que ha llegado la hora de darle las gracias a Miguel, uno de los integrantes del FORO. Nunca había visto unas bienvenidas como las que ofrece en el subforo de "Presentaciones y felicitaciones". De verdad, vale la pena darse una vuelta por allí para leer algunas de ellas: PRESENTACIONES Y FELICITACIONES.

Yo, y con su permiso (para ser honestos, no se lo he pedido, así que lo mismo me toca borrar esta entrada cuando se dé cuenta), os copio aquí la última. Primero, porque me parece muy divertida y, segundo, porque al fin y al cabo también es bueno reírse de nosotros mismos. ¿O no?

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(Aclarándome la garganta, me coloco bien el nudo de la corbata y salgo al escenario)

¡Estimados filólogos y filólogas! ¡No filólogos y no filólogas! ¡Moteros e inventores de lenguas! ¡Votantes de derechas y de izquierdas!

Esta noche querría darle la bienvenida a un nuevo usuario del foro. Una persona que, estoy seguro, nos guiará hasta nuestro objetivo final:

CONQUISTAR EL MUNDO.

(Aplausos entre el público)


Compañeros, ya sabéis hasta donde llega nuestro poder. No importa cuán desarrollada y útil sea la tecnología, ésta está siempre bajo la amenaza de un recorte presupuestario. ¿Y quién lleva a cabo ese recorte? ¿Quién tiene el poder? El político, que utiliza las herramientas que nosotros le otorgamos para confundir a los votantes. Somos el poder en la sombra. Y Ménade es nuestra última adquisición.

(Una ola de aplausos que tarda en desaparecer. Algunos hasta se ponen en pie)

Ménade es una piedra más en esta Torre de Babel, un elemento más en este núcleo de aglutinación de la filologada en castellano. Somos los anonymous de las letras. Somos los que corregimos vuestras leyes para que digan con exactitud lo que queréis que digan. Los que corregimos vuestros titulares. Y los libros con los que estudian vuestros hijos. Los que os enseñan los idiomas que luego utilizaréis para trabajar como intérpretes y traductores. Somos el filtro a través del cual percibís el mundo. Y nuestro trabajo es tan eficaz y sutil, que no sois conscientes del poder que tenemos.

Un aplauso a Ménade.

El mundo ha dejado de ser el mismo.

(Ovación cerrada)

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Alguna duda?

"Todo el mundo tiene dudas a la hora de escribir. O de hablar", nos decía un profesor en la facultad. "Los filólogos todavía más, porque son quienes más cuestiones se plantean", apostillaba. No sé si estaréis de acuerdo con esta afirmación, pero yo sí me he sentido así en ocasiones. Y, muchas veces, no tenía nadie con quien compartir mi duda o consulta. Podía estar más o menos seguro, pero en ocasiones uno no tiene la bibliografía necesaria a mano.

Cuando estábamos pensando en las secciones que debía tener el foro, siempre pensamos que era imprescindible una de dudas y consultas, que podéis visitar en este enlace: DUDAS Y CONSULTAS.

Creemos que puede ser un espacio interesante, no sólo para plantear dudas, sino también para preguntar y compartir opiniones sobre temas que, a veces, no tenemos demasiado claros. Si entráis a través del enlace, podréis ver los temas que ya están planteados. Para realizar consultas es necesario estar registrado (REGÍSTRATE AQUÍ), pero en menos de un minuto podéis hacerlo y empezar a participar.

Lo cierto es que nos parecen muy interesantes algunos debates que ya se han producido. Y, lo más importante, siempre hay un amigo para responder a una duda o consulta. Nos gustaría que esta parte del foro pudiese convertirse en un punto de encuentro y diálogo para preguntar, solventar o darle una vuelta más a las dudas que tengáis. O para exponer respuestas a temas que no hayan aparecido todavía pero que representen dudas para los hablantes.

Como siempre decimos, no os tenemos que invitar, porque estáis en vuestra casa. Adelante, pues.

lunes, 14 de febrero de 2011

El foro llega a la radio



Amigos, esta mañana han hablado (brevemente) del foro (www.losfilologos.com) en el programa de radio "La segona hora" de RAC1, líder en la franja horaria de 13 a 14 horas en Cataluña, con unos 120.000 oyentes. En concreto, han hecho referencia al hilo "Letras de canciones horribles": http://www.losfilologos.com/phpBB3/viewtopic.php?f=39&t=699.

Gracias a los miembros del programa y sobre todo a Anna, que les ha puesto sobre la pista.

El programa es en catalán, pero pensamos que se entiende bien. Si no es así, sólo tenéis que decirlo.

domingo, 13 de febrero de 2011

Rayuela

Una zona asfaltada (sin tráfico, claro) y un trozo de tiza. Era lo que necesitábamos hace algunos años para pasarnos un buen rato lanzando la piedra y brincando sin pensar en nada más. Rayuela, le llaman al juego. No en mi barrio, desde luego, ni en el de muchos amigos a los que he ido preguntando con el paso de los años. He oído la versión "charranca", palabra castellanizada de la catalana "xarranca", "el juego del truco", "las casillas"... Y sin duda recibirá otros muchos nombres que desconozco y que quizá queráis compartir con nosotros. A menudo, uno tiende a pensar que los juegos de su infancia se llaman de una manera y que no puden tener otro nombre, pero a medida que nos hacemos mayores nos damos cuenta de lo equivocados que estamos. En esto y en otras muchas cosas, claro. Pero no quería hablar de equivocaciones, sino de juegos. De juegos de la infancia y de los nombres que, a veces, nos inventábamos para definirlos. Porque, en ocasiones, el juego nacía de forma casi espontánea o por imitación de otro cuya versión original se perdía por el camino.

Ahora me acuerdo de unos cuantos (no sé si sabría jugar a todos ellos), pero seguro que vosotros recordáis muchos más (y también los mismos, sólo que con otro nombre). Yo jugaba a "un, dos, tres: picapared", al "no retroceder", al "martín pescador", al "bote", al "escondite" (al inglés no; o sí, porque no sé cuál es la diferencia), a "pichi", a "matar", a las canicas, al "pilla pilla", al "teléfono", a "píldora", a "la una mi mula", a "churro media manga mangotero", a "polis y ladras"... ¿Os suena alguno? A mí, personalmente, me encanta esta terminología que me viene a veces desde tantos años atrás a la cabeza. Y me hace sonreír. Me gustan las palabras de mi infancia.

Y todas las que vinieron después...

viernes, 11 de febrero de 2011

No todo se puede escribir en español...

Codo en la mesa, mano en la barbilla, ojos entornados... mmm... Otra vez: mmm... Lo pregunto a mis compañeros; la misma respuesta. Envío varios correos. Peor aún, sin respuesta. Lo han compartido en el foro y lo comparto con vosotros en el blog (debajo podéis ver la fuente original). Realmente, ¿hay una construcción en español que no se puede escribir? Yo no tengo la respuesta; ¿alguno de vosotros?


La palabra que no se puede escribir

Hace unos días le hice una consulta a la RAE, ¿cómo se escribe el imperativo de salirle? Su respuesta fue la siguiente:

En relación con su consulta, le remitimos la siguiente información:
La interpretación forzosa como dígrafo de la secuencia gráfica ll en español hace imposible representar por escrito la palabra resultante de añadir el pronombre átono le a la forma verbal sal (imperativo no voseante de segunda persona de singular del verbo salir), oralmente posible si, por ejemplo, ordenáramos a alguien salir al paso o al encuentro de otra persona aludida con el pronombre le: [sál.le al páso], [sál.le al enkuéntro].Puesto que los pronombres átonos pospuestos al verbo han de escribirse soldados a este, sal + le daría por escrito salle, cuya lectura sería forzosamente [sá.lle], y no [sal.le]].

Hemos topado, por tanto, con el que quizá sea el único bug de la ortografía española. Una palabra que existe gramaticalmente y se puede pronunciar, y que sin embargo no se puede escribir. ¿En la siguiente ortografía de la RAE incluirán alguna solución para esto? ¿Quizá un guión?

Muchas gracias a Brais, quien detectó inicialmente el problema.
Nota: Lo escrito entre corchetes es la transcripción fonética que usa la RAE.

Fuente original: http://unaracnidounacamiseta.wordpress.com/2011/02/10/la-palabra-que-no-se-puede-escribir/

jueves, 10 de febrero de 2011

Intrusismo laboral

Esta mañana me llamaba la atención un tema que ha salido a la palestra en el foro. Lo podéis leer aquí directamente: Intrusismo laboral. Se trata de lo que se viene llamando “intrusismo laboral”. Muchos profesionales se quejan de que otros, menos cualificados para desempeñar determinas funciones, se están haciendo cargo de trabajos que estaban, en un principio, indicados para los primeros. Los arquitectos se quejan de los aparejadores, los aparejadores de los arquitectos, los arquitectos de los ingenieros, los ingenieros de todos los demás. Los fotógrafos profesionales se quejan de que se publican fotografías en la prensa hechas con el móvil, los periodistas de que ahora cualquiera se cree serlo.

¿Y qué pasa con los licenciados en filología? ¿Y qué sucede con todos aquellos que habéis estudiado traducción e interpretación? Intento hacer memoria y hace unos años no había escuchado a nadie quejarse en nuestro ámbito, pero en los últimos tiempos sí que se ha empezado poco a poco a alzar la voz. Es una impresión personal; quizá estas quejas han existido siempre y yo no era consciente de ello. Ahora sí. Porque mucha gente se cree con derecho a opinar sobre temas lingüísticos simplemente porque hablan la lengua. A mí, hace unos meses, me llegaron a decir: “a ver si no voy a poder decir “me se caen los pantalones” sólo porque tú lo digas; yo lo digo así y no va a estar peor de como tú lo digas”. Esta frase es cierta. En otra ocasión, en el tren, una chica le explicaba a una amiga que no entendía por qué no se estudiaba en los colegios la literatura de verdad, como El Código da Vinci o Millenium, en lugar de esas obras tan antiguas que no le importaban a nadie. Son ejemplos aislados, lo reconozco, pero existieron, al fin y al cabo…

Lo que quiero decir es que no deberíamos sentir vergüenza ni miedo a protestar cuando consideremos que hay intrusismo profesional en nuestro campo. Por lo menos, deberíamos decirlo, dejar constancia de ello. Porque, y esto creo que lo tenemos claro, nadie lo va a hacer por nosotros.

martes, 8 de febrero de 2011

Cada vez me duran más los bolígrafos

Esta mañana he abierto el cajón de mi escritorio y he visto muchos bolígrafos. No demasiados (supongo), pero sí más de los que me esperaba encontrar. Hace tiempo que no compro y todavía me quedan... ¿Será que los fabrican cada vez más duraderos o es que escribo cada vez menos a mano? Bueno, a mano escribo también en el teclado, pero ya me entendéis... No sé si lo del texto manuscrito está quedando cada vez más sólo para tomar notas o apuntes en el colegio. Recuerdo que un gran profesor de latín que tuve en el instituto nos pedía los trabajos manuscritos, nada de a máquina (ya empezaba a haber ordenadores en las casas, pero no demasiados; parece mentira, ¿verdad?), porque nos decía que el noble arte de la caligrafía se estaba perdiendo irremediablemente. "Al final, sólo usaréis el bolígrafo para firmar facturas", nos decía. Me temo que ni eso...

De pequeño, mi padre se preguntaba en voz alta que cómo era posible que tuviese tan mala letra (la sigo teniendo; exactamente igual que en primaria. Bueno, casi) y ahora no le importa a nadie. O a casi nadie. Recuerdo aquellas tardes practicando en los cuadernillos para mejorar la caligrafía, las regañinas bienintencionadas de mi profesora... ¿Quién podía prever que algunos años después las máquinas de escribir se consideren casi piezas de museo? Yo conservo mi Olivetti, que conste.

En fin, ¿es una impresión mía o cada vez duran más los bolígrafos?

lunes, 7 de febrero de 2011

¿Cuántos libros habéis leído?

El chiste dice algo así:

-¿Qué te trajeron los Reyes Magos?
-¡Un libro!
-¿Otro? Pero si ya tenías uno...

Sí, lo sé, ni el chiste es mío ni voy a defenderlo... Y, sin embargo, no se aleja demasiado de una realidad que conozco en muchos hogares, en muchas familias, en muchos amigos para los que fue un auténtico descanso acabar de estudiar para, según ellos, "poder dejar de leer". Algunos se asombran cada vez que entran en mi casa y ven las estanterías con libros. "¿Los has leído todos?", me preguntan. La verdad es que no, y no por falta de ganas, sino de tiempo. Y eso reconociendo que ni tengo una milésima parte de los que quisiera tener y, por supuesto, leer. Simplemente, he ido almacenando los libros que he ido leyendo todos estos años, ni más ni menos. Que no tengo una colección extensa de libros, vaya. Y aún así se sorprenden.

He visto muchas casas sin un solo libro. A mí me parece raro, la verdad, pero ni lo critico ni lo juzgo, porque además veo que me voy por las ramas... Yo lo que quería era preguntar: ¿cuántos libros os habéis leído a lo largo de vuestra vida? Porque yo no tengo ni idea de cuántos he leído y creo que no tengo manera de saberlo... ¿Vosotros sí?

viernes, 4 de febrero de 2011

Traducción simultánea

Ayer estuve en una conferencia. El tema, lo de menos. Una gran experta sobre la materia hablaba y no me lo quería perder. Al entrar en la sala, un chico muy amable me ofreció unos auriculares para escuchar la charla en castellano, ya que la experta, que acababa de llegar de Londres, ofrecía su sabiduría en inglés. Le doy las gracias, pero le digo que no me hacen falta.

Una vez sentado, con la señora ya dispuesta, empezó todo. Se limitó a leer, con el mismo tono monótono, unos quince folios escritos por ambas caras. Creo que perdí el hilo en el minuto tres, cuando empecé a echar de menos esos auriculares. En el minuto cuatro, la mitad de la sala estaba aprovechando la conexión a internet para conectar sus teléfonos móviles. "Deben estar consultando bibliografía", me dice un amigo, con sorna y entre bostezos. En el minuto diez, suspiros generalizados. La presentación de diapositivas consigue que, por lo menos, la gente no se duerma. En el minuto veinte, gol en Las Gaunas. Ruggeri de cabeza. En el minuto treinta, miradas cómplices de la audiencia y gestos de "luego nos vemos" entre unos y otros. En el minuto cuarenta todo acaba.

La señora, una gran experta en la materia (insisto) fue incapaz de transmitir su sabiduría. Aburrió al noventa por ciento de las personas que habían ido expresamente a escucharla. Por un lado, quisiera recalcar la importancia del discurso, de la comunicación, de hacerse entender. De compartir un mensaje y hacerlo llegar, al fin y al cabo. Por otro, quisiera alabar a esos intérpretes que están en su cabina y que no sólo siguen la explicación atentamente, sino que la traducen para hacerla llegar al receptor. Supongo (y hablo de oídas) que éste debe ser trabajo ingrato en ocasiones. Como muchos otros, sí, en eso estaremos de acuerdo, pero no puedo quitarme de la cabeza una idea que me inculcaron cuando era pequeño: el día que los intérpretes quieran acabar con el mundo, sólo tendrán que cambiar un par de palabras de sitio en cualquier sesión de la ONU. ¿O es que ya lo hacen? Es broma, es broma...

jueves, 3 de febrero de 2011

Un rincón para los filólogos

En los últimos meses hemos recibido algunos mensajes de usuarios de la página de facebook preguntándonos por las ventajas del foro con respecto a la propia página. Por supuesto, estamos encantados con el dinamismo, el uso y la repercusión que ha tenido la página de facebook y la mantendremos activa hasta donde nos dejen…

Sin embargo, sí que es cierto que entendemos que tiene serias limitaciones con respecto al foro. La principal es que la información, muchas veces de gran interés, gracias a vuestros comentarios, se va perdiendo “página abajo” en facebook y no es fácilmente accesible. Nos parece una verdadera pena que algunos de esos comentarios no puedan estar permanentemente visibles. En el foro sí que es posible, ya que en todo momento los comentarios están estructurados por temas y son de fácil acceso. Además, hay un buscador que facilita encontrar cualquier tema de interés para el usuario. Como también nos lo habéis pedido, aquí describimos algunas de las ventajas del foro como espacio para compartir, debatir y aconsejar:

-Es de fácil registro y acceso. Podéis hacerlo aquí en unos veinte segundos (o menos): REGÍSTRATE AQUÍ. Sólo hace falta elegir un nombre de usuario y una contraseña. Hay que poner también una dirección de correo para que no se registren "robots", pero el registro es inmediato. Y ya podréis participar.
-La información no se borra y está estructurada por temas. Es de fácil acceso y además hay un buscador que facilita encontrar contenido.
-Poco a poco, el foro se va nutriendo de contenidos, que podrán ser útiles para todos los usuarios.
-Los usuarios pueden enviarse mensajes privados a través del foro.
-Se pueden organizar concursos literarios (lo haremos), como podéis ver aquí: Concurso literario.
-Podemos organizar sorteos de libros, como el que ya hicimos (aquí) y el que está en marcha (aquí). Podéis apuntaros aquí: Apúntate al segundo sorteo de libros en el foro.
-Se pueden entablar largos diálogos y citar fácilmente un comentario concreto de la conversación.
-Se puede pueden publicar fotos y vídeos de forma fácil y comentarlos. Los comentarios estarán visibles.
-Los usuarios pueden editar sus comentarios una vez publicados, con lo que pueden añadir información o arreglar posibles errores.
-No dependemos de una plataforma privada y de sus normas, sino que podemos generar las nuestras y actuar como mejor nos parezca a todos.
-Los contenidos del foro los encuentran Google y otros buscadores, mientras que no ocurre lo mismo con los de facebook. Algunos de vosotros ya me habéis dicho que habíais llegado al foro a través de buscadores. En resumen; toda la información del foro tendrá mucha más visibilidad en internet.

Por supuesto, para cualquier duda o consulta, podéis enviarnos un correo electrónico a esta dirección: administracion@losfilologos.com

Muchas gracias a todos.