miércoles, 21 de septiembre de 2011
La vieja facultad
Y a cada paso que daba por aquellos pasillos mi impresión era diferente; ahora sí, ahora no. Hoy todavía no sé si mi facultad estaba igual o totalmente cambiada. Quizá os parezca una estupidez, pero soy incapaz de decidirme.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Los mejores culebrones
Fuimos vecinos durante toda mi infancia y buena parte de mi adolescencia; muchas tardes me las pasaba en su casa merendando antes de salir a la calle con sus hijos en busca de cualquier juego. Una de las últimas veces que visité su casa (yo tendría unos 12 años), me llamó mucho la atención la gran estantería llena de libros que tenían en la sala. Siempre había estado allí, pero nunca le había prestado atención. Le pregunté a Rosa si había leído todos aquellos libros, pero me quedé paralizado cuando se marchó de la sala entre sollozos, sin contestar.
Años después, le pregunté a mi amigo por aquel episodio y me lo explicó todo: su madre había ido comprando todos aquellos libros para sus hijos, poco a poco, pero nunca se había atrevido a abrir ninguno y leerlo. "Pensaba que no entendería nada y que acabaría frustrada", me dijo. Mi amigo, un buen tipo donde los haya, empleó su primer sueldo de adolescencia en comprarle a su madre una colección de novelas de Galdós. Se sentó con ella un día y la "obligó" a leer. Y no hizo falta nada más. "Nadie escribe culebrones como Galdós; tienes que leer sus novelas", me dijo Rosa no hace demasiado. Buen consejo.
martes, 13 de septiembre de 2011
Esdrújula, una revista de filología
En el foro iremos añadiendo información a medida que el proyecto avance: INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA. Podéis participar como autores de algún artículo (aquí podéis ver las distintas secciones) y como parte del comité editorial. Si necesitáis más información, sólo tenéis que preguntarlo en el foro o enviarnos un correo electrónico a la siguiente dirección: administracion@losfilologos.com.
Esperamos que Esdrújula os parezca un nombre apropiado para esta revista que, esperamos, sea de todos nosotros.
viernes, 9 de septiembre de 2011
Profesores que marcan
Estaba comprando fruta en el mercado. Unas naranjas, unos kiwis (palabra que cada frutero, por cierto, pronuncia de forma diferente) y un melón. Este último salió bastante bueno, tengo que decirlo. En eso estaba cuando me pareció ver un rostro conocido que me miraba, pero no supe, en el primer momento, identificar de dónde conocía a esa persona. Me costó un par de segundos, pero enseguida caí; era mi profesora de lengua del instituto, a la que hacía algunos (bastantes) años que no veía. Se acercó sonriendo y empezamos a hablar de los viejos tiempos en clase; de la lata que le daba, de aquellos exámenes decimonónicos, de algunos antiguos compañeros. En fin, de esas cosas.
Después de cinco minutos hablando, y cuando ya se marchaba, se giró de nuevo con su bolsa de verduras y me preguntó qué había estudiado finalmente en la universidad. “Filología”, le dije, y noté en su cara sorpresa, pero también satisfacción. Cuando ella asentía, justo antes de darse la vuelta de nuevo, me salió de forma espontánea una despedida que la hizo sonreír, esta vez de manera amplia. “Gracias”, le dije.
Ese “gracias”, en realidad, no era sólo para ella, sino para todos los profesores de secundaria que transmiten a sus alumnos su amor por las letras (o por la materia que impartan).
martes, 6 de septiembre de 2011
Libros y aviones
Cogí mi maleta y saqué una chaqueta, que me puse por encima. Tercer intento con todos los pasos; billete, artilugio de medidas y báscula. Todo correcto. Intenté entrar de nuevo, pero otra vez su voz me impidió el paso: "No puede llevar el libro en la mano; debe ir dentro de la maleta". Reconozco que no me había pasado nunca, así que salí de la cola y pensé cómo podría pasar, ya que el libro no cabía en la maleta y, si hubiese cabido, el peso habría superado de nuevo el máximo permitido. Mientras pensaba, no dejaban de llegar a mi cabeza las voces de mis amigos y sus consejos sobre el libro electrónico, pero necesitaba una solución rápida, así que opté por tirar el libro a la papelera y seguir con mi viaje.
No ha colado, ¿verdad? Un último intento y entonces conseguí pasar; billetes, artilugio de medidas, peso de la maleta y ningún otro bulto en las manos. Cuando el buen señor se dio cuenta, ya era demasiado tarde para impedir que pasara con un rectángulo de kilo y medio marcado en la espalda entre el jersey y la chaqueta.
Por cierto, facturar esa maleta de mano costaba algo más de lo que me había costado el billete. Libro y yo, de vuelta en casa.
sábado, 3 de septiembre de 2011
Una maleta de hace medio siglo
Cuando la abre, mi sonrisa me delata. Hay un montón de libros que llevan años en las estanterías de sus abuelos y que ahora van a estar en las suyas. En las mías, al fin y al cabo. Hay varios libros de cocina de finales de los años sesenta y principios de los setenta (cómo ha cambiado la manera de editarlos; prácticamente no hay imágenes). Hay también algunas novelas editadas en aquellos años (no he leído la mayoría), pero dos libros llaman mi atención por encima de los demás.
Uno parace a simple vista un tomo de enciclopedia, aunque con menos páginas. Sorpresa; es un compendio de proverbios sicilianos (con su traducción correspondiente al toscano). Es una edición de los años cincuenta muy cuidada. Mucho.
El otro es mucho más pequeño y está metido en una caja. La abro y las letras de la cubierta del libro están muy gastadas, así que allá voy... Vaya, es un misario de los primeros años treinta. Creo que es el primero que tengo entre las manos. Paso algunas páginas y tiene más sorpresas; está lleno de pequeñas estampas de comunión, bodas y funerales, desde 1934 hasta los años sesenta.
Llevo un par de horas repitiendo lo mismo: vaya...
viernes, 2 de septiembre de 2011
4.400 días después
Me ha dicho que ha estado en su estantería desde entonces (doy fe de que está en perfecto estado) y que, por una cosa u otra, nunca se había acordado de devolvérmelo. Hoy se acordó. Y se lo agradezco.
¿Sabéis qué es lo que he hecho nada más llegar a casa, incluso antes de colocarlo en su lugar? Mirar en mi estantería por si tenía yo algún libro ajeno en la misma situación. No sé si me creeréis, pero he estado unos minutos con un nudo en el estómago. Al final, nada, todo en orden. Y menos mal...
jueves, 1 de septiembre de 2011
Segundas partes
Un segundo, dos, tres. "Pues sí, sí", me dije a mí mismo. Aquella chica estaba leyendo El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Por un momento, antes de volver a los frenazos, al calor y a los gritos de los demás conductores, fui feliz en aquel autobús. De verdad que lo fui.